La cultura Finlandesa se puede considerar como una cultura occidental fuertemente influenciada por la tradición católico-cristiana y protestante. Aunque se sabe que el pueblo finlandés y fino-hablante haya vivido en la zona geográfica de Finlandia ya durante al menos 5000 años, el impacto de la cultura alemana y sueca ha sido muy grande en Finlandia, ya sea porque Finlandia perteneció a Suecia durante 700 años entre los siglos XII y XIX.
La influencia rusa ha sido igualmente importante, ya que durante más de cien años, Finlandia perteneció a Rusia hasta su independización en 1917. A pesar de las diversas influencias Finlandia tiene una cultura muy típicamente finlandesa que se caracteriza muchas veces, según los propios finlandeses, por la Sauna, el sisu (espíritu finlandés de tenacidad o de coraje) y la cercanía a la naturaleza.
En la cultura finlandesa ha habido y hay variaciones según la geografía y diferentes grupos de población. Hoy en día se puede distinguir fácilmente los diversos dialectos hablados en diferentes regiones así como las diferentes costumbres de las mismas, a pesar del hecho de que las poblaciones de las diferentes regiones finlandesas se hayan ido unificando bastante en el tiempo, hasta convertirse en muy similares en cuanto a las creencias y formas de expresión.
Las minorías culturales que destacan entre el pueblo finlandés, como los zíngaros, los lapones también llamados los Sami o los finno-suecos siguen manteniendo fuertemente sus propias costumbres creando significativas subculturas dentro del panorama de la cultura finlandesa. Por ejemplo los finno-suecos, finlandeses con el Sueco como idioma materno, comprenden un 5% de toda la población de Finlandia.
Puesto que Finlandia fue un país relativamente tardío en urbanizarse, un gran parte de la población finlandesa está vinculada a las zonas rurales y centros residenciales periféricos. También muchos de los que viven en las grandes zonas urbanas suelen pasar su tiempo libre en el campo, y más específicamente en cabañas en las orillas de los lagos, costumbre muy típicamente finlandesa dado a la gran cantidad de lagos y kilómetros de orilla que hay en la superficie de Finlandia. La cabaña representa para los finlandeses su hogar de verano y de escapada, donde relajarse tomándose una sauna y bañándose en el agua dulce de los lagos.
Se podría decir, dado a la cercanía de los finlandeses con la naturaleza, que la cultura finlandesa se construyó sobre realidades relativamente ascéticas del medio ambiente, sobre los medios de vida tradicionales y una herencia de igualitarismo basada en el derecho de sufragio universal y los derechos de todos los ciudadanos al uso de la tierra común, además del ideal tradicional generalizada de la autosuficiencia; de quién trabaje la tierra será quién la disfrute. Seguramente estos derechos se pudieron ejecutar en la práctica por la escasa herencia del pueblo finlandés a los rangos de nobleza, y por tanto por la ausencia de los continuos provechos hereditarios de las tierras.
Finlandia, al haber pasado gran parte de su historia bajo el poder de Suecia y de Rusia, pudo gestionar sus terrenos de forma autonómica en la mayoría las épocas de invasión, además de, después de independizarse, tener el poder de declarar las tierras libres para “caminar” para todos los ciudadanos independientemente de la posesión individual de cada terreno.
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